Día


La esclavitud es horrible, la libertad es maravillosa.

Moisés es el liberador del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento y prefigura a Jesús, el libertador supremo. De la misma manera que Moisés liberó al pueblo de Dios de la esclavitud, así Jesús te libera de la esclavitud del pecado.

La palabra «libertad» es la mejor palabra que existe hoy en día para definir lo que la Biblia quiere expresar con la palabra «salvación». La Biblia entera puede resumirse como la «historia de la salvación». Esta es la historia del deseo y el propósito de Dios de liberar a su pueblo.

Disfruta la libertad que trae la fe

¿Estás pasando por un período de problemas, angustias o dificultades? David atravesaba un momento así, seguramente ligado a una batalla inminente y clamó a Dios buscando ayuda. La primera línea del salmo es una petición a Dios para que «te escuche cuando estés angustiado» (v.1, DHH) y la última línea del salmo clama a Dios: «¡Respóndenos cuando te llamemos!» (v.9b). Dios responde a las oraciones.

Cuando tengas «días de angustia» puedes y debes clamar a Dios en oración, pidiéndole que traiga Su salvación y libertad en medio de las dificultades (vv.6-8). No es cuestión de ser insensatamente optimistas sino más bien de tener una fe realista.

David reconoce el «poder salvífico» de Dios, su poder para dar la libertad (v.6c). Dice así: «Ahora sé que el Señor salvará a su ungido» (v.6a). Habla de seis cosas que puedes pedir para ti, tu familia, tus amigos y tu comunidad:

  • Protección «Que el Señor (v.1) [...] te defienda» (v.1b, DHH)
  • Ayuda «Que te envíe ayuda desde el santuario» (v.2a)
  • Apoyo «Que desde Sión te dé su apoyo» (v.2b)
  • Aceptación «Que se acuerde y [...] acepte» (v.3)
  • Éxito «Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cumplan todos tus planes» (v.4)
  • Victoria «Celebraremos así tu victoria, y levantaremos banderas

[...]¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! (v.5, DHH).

El éxito, la victoria y la libertad no vienen de confiar en los «carros» y «caballos» (v.7a) sino por la fe que es la confianza «en el nombre del Señor nuestro Dios».

Oración

Señor, gracias porque me liberas. Gracias por todas las maneras asombrosas que tienes de responder a mis oraciones. Señor, hoy te traigo todos mis planes y someto ante ti los deseos de mi corazón...

Maravíllate de cómo se consiguió tu libertad

Jesús es el libertador supremo. La historia de la salvación llega a su culminación en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. A medida que nos acercamos a su culmen, alcanzamos a vislumbrar un destello de lo mucho que le costó a Jesús cuando es negado por uno de sus amigos más íntimos (26:69-75), traicionado por uno de sus discípulos (27:10), entregado a las autoridades romanas (v.2) y condenado (v. 3a). A pesar de todo, Mateo ve que estos sucesos se dieron para que se cumpliera el plan de Dios (27:9).

Jesús fue apresado para que nosotros fuéramos liberados. Fue atado (v.2) para liberarte de las cosas que te atan. Jesús vino a libertarte de tu pecado, tu culpa, tu vergüenza, tus adicciones y tus miedos.

En este pasaje vemos dos ejemplos de fracaso. En un caso, vemos la manera equivocada de responder al fracaso. En el otro, vemos la manera adecuada.

¿Alguna vez has fallado de verdad en tu vida cristiana? ¿Te has sentido un fracasado que ha abandonado al Señor de la peor manera? ¿Has «llorado amargamente» (26:75) por haberlo hecho? Ciertamente, yo lo he hecho.

Dos de los más íntimos amigos de Jesús lo abandonaron de la peor de las maneras. Tristemente, todos abandonaremos a Jesús en algún momento de nuestra vida. Estos dos ejemplos nos ayudan a aprender cómo tendríamos que responder ante estos fracasos y desilusiones.

Hay muchas cosas en común entre Judas y Pedro. Ambos eran discípulos de Jesús y a los dos les dijo que le fallarían (vv.24-25,34). Ambos cumplieron las profecías del Antiguo Testamento con sus acciones (26:31; 27:9) y los dos lamentaron profundamente las mismas (27:5; 26:75).

Pero también hay algunas diferencias cruciales entre estos dos hombres. Pedro respondió al fracaso de la manera adecuada y Judas no. Como escribe san Pablo: «La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse; mientras que la tristeza del mundo produce la muerte» (2 Corintios 7:10).

Judas es un ejemplo de la «tristeza del mundo». Acudió a los líderes religiosos y confesó su pecado, pero en cambio estos le cargaron con más culpa (Mateo 27:4). El remordimiento se apoderó de él y tristemente, no fue capaz de arrojarse a los brazos de la misericordia de Dios y recibir su perdón.

Por otro lado, Pedro es un ejemplo de la «tristeza que proviene de Dios».

Pedro tuvo que estar muy asustado para negar y repudiar a Jesús en tres ocasiones. Puede que, comprensiblemente, tuviera miedo a ser crucificado con Jesús o quizás tenía sus dudas acerca de si Jesús era en realidad quien decía ser. Pero el canto del gallo tuvo que resolver todas sus dudas sumiéndole en la desazón: «Saliendo de allí, lloró amargamente» (26:75).

No hay ningún sentimiento más sobrecogedor que el saber que hemos abandonado a Jesús. Afortunadamente, ahí no acaba la historia para Pedro (ver Juan 21). «La tristeza que proviene de Dios produjo el arrepentimiento» y su relación con Jesús fue restaurada. Fue liberado de su culpa y su vergüenza, llegando a convertirse en un magnífico, santo, poderoso y ungido líder de la iglesia de Jesús.

No tienes que ir por la vida apesadumbrado por la culpa y la vergüenza de tus pecados y errores pasados. A quienes Jesús libera él los hace libres de verdad (Juan 8:36). No importa cuánto hayas metido la pata y fallado, nunca es demasiado tarde. Responde como lo hizo Pedro y puedes tener un gran futuro delante de ti en el servicio a Jesús.

Oración

Señor, gracias porque fuiste atado para liberarme de mis pecados, culpabilidades, vergüenzas, adicciones, temores y fracasos. Ayúdame a volver siempre a ti cuando falle con «la tristeza que proviene de Dios [...] que lleva a la salvación» y no deja remordimientos.

Usa tu libertad para alabar a Dios

En el servicio a Dios encontramos la libertad perfecta. Fuiste creado para alabar y servir a Dios, en eso consiste tu propósito.

Una vez más, vemos prefigurado el plan de salvación de Dios en la historia del pueblo de Israel. Vemos su plan para liberar a su pueblo de la esclavitud por medio de Moisés. Una y otra vez, Dios le habla a Moisés al respecto: «El Señor le ordenó a Moisés que fuera a hablar con el faraón y le advirtiera: «Así dice el Señor, Dios de los hebreos: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto”» (9:1).

Da a Faraón múltiples oportunidades. Moisés le transmite una y otra vez las palabras de Dios para él: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto» (9:13; 10:3,7) o como dice Dios Habla Hoy: «Deja ir a mi pueblo, para que me adore».

El mundo entiende nuestras «buenas obras» pero no ve la importancia de nuestro culto de adoración. Faraón los acusa de ser vagos y ve el culto a Dios como una evasión del trabajo (5:17-18). Pero la adoración es nuestro propósito y nuestra obra suprema; de hecho, la palabra hebrea para «adoración» («avad») usada en este pasaje, se puede traducir tanto por adoración como por trabajo.

Dios te ama y no quiere que nadie perezca, pero todos han de arrepentirse (2 Pedro 3:9). La única manera en la que pereceremos es si, al igual que Faraón, endurecemos nuestros corazones e ignoramos todas las señales de advertencia que Dios pone a lo largo del camino. El orgullo Fue la raíz del pecado del faraón. Cuanto más se negó, más difícil se le hizo cambiar de opinión sin quedar mal. Prepárate a admitir tus errores en vez de continuar por el mal camino.

El deseo de Dios es que su pueblo sea liberado para adorarle en todos los aspectos de la vida. Él quiere liberarte de la culpa, la vergüenza, el pecado, la adicción y el miedo. Él quiere liberarte para amarlo, servirlo y alabarlo.

Oración

Señor, gracias porque dijiste: «Si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres» (Juan 8:36). Que use mi libertad para alabarte y bendecirte.