Día


«Simplemente relájate y deja que Dios sea Dios». Es un gran consuelo saber que, en última instancia, quien tiene el control de todo lo que ocurre es un Dios amoroso.

En Salmos 103:19, leemos: “Jehová estableció en los cielos su trono,Y su reino domina sobre todos.” y en dice Apocalipsis 4:2b “... y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.” 

A lo largo de la Biblia se menciona muchas veces a Dios como el Señor Soberano

Si Dios es soberano y en última instancia tiene el control de todo, ¿significa que se te exime de responsabilidad por tus acciones? ¿Implica que no tienes «libre albedrío»? Como veremos en nuestro pasaje del Nuevo Testamento, la Biblia enseña ambas cosas: la máxima soberanía de Dios al mismo tiempo que la responsabilidad humana y el libre albedrío.

Confía con seguridad en el Señor soberano

Dios está en control de todo lo que sucede en el universo: «Jehová permanecerá para siempre» (v.7). Dios «juzgará al mundo con justicia, Y a los pueblos con rectitud» (v.8). Saber esto da un consuelo enorme. Puede que nunca sepamos en esta vida por qué Dios permite que ocurran cosas horrendas.

Confía en la soberanía de Dios y sigue creyendo que nunca te olvidará: «En ti confiarán los que conocen tu nombre, Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.» (v.10).

Entretanto, sigue haciendo tres cosas:

Alaba

«Cantad a Jehová, que habita en Sion» (v.11a).

Proclama

«Publicad entre los pueblos sus obras» (v.11b).

Ora

«Jehová será refugio del pobre, Refugio para el tiempo de angustia» (v.9). Él «No se olvidó del clamor de los afligidos» (v.12b).

Oración

Señor, gracias por no ignorar mi clamor y darme la posibilidad de confiar en ti. Gracias porque puedo relajarme y dejar que seas Dios.

Acepta la invitación de caminar con Jesús

La enseñanza de Jesús es fascinante. En la primera parte del pasaje de hoy pareciera decir: «No puedes vencer». Por un lado, Juan el Bautista era una persona en busca de la perfección espiritual , vivía en la renuncia de lo mundano y en la disciplina de las exigencias del cuerpo (es decir un asceta) y lo acusaban de estar endemoniado. Por el otro, Jesús asistía a fiestas con toda clase de gente y entablaba amistad con quienes eran considerados personajes de mala fama. Lo acusaban de ser glotón, borracho y amigo de cobradores de impuestos y pecadores (v.18).

Hagas lo que hicieras, puede que te malentiendan. No obstante, Jesús añade: «Pero la sabiduría es justificada por sus hijos» (v.19). Interpreto esto como una indicación de que todos podemos hacer lo que es correcto y no preocuparnos por lo que los demás pudieran llegar a pensar.

Jesús denuncia las ciudades que visitó y en las que obró milagros, donde la gente no se arrepintió ni creyó. Afirma que su pecado es peor que el de Sodoma (v.24). El pecado de incredulidad es quizás el más grave de todos.

Jesús enseña de tal forma que resulta evidente que creía tanto en la predestinación (que Dios ha determinado todo lo que ocurrirá) como en el libre albedrío. Enseña una cosa junto a la otra. Es una paradoja. Las dos cosas, en apariencia contradictorias, son ciertas a la vez.

No es 50% «predestinación» y 50% «libre albedrío». Jesús dice que estamos 100% predestinados y tenemos 100% libre albedrío. Esto podría parecer imposible, pero Dios es capaz de trascender y aun así no distorsionar la libertad humana. En última instancia vemos esto en la encarnación: Jesús es 100% Dios y 100% humano; totalmente Dios y totalmente humano.

  • Predestinación

«Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo» (v.27).

Es un misterio dilucidar por qué Dios decide revelarse a algunos sí y a otros no. Ciertamente esto no se basa en la sabiduría ni el aprendizaje. A veces los grandes intelectuales no pueden verlo: «… habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos» (v.25). Y en ocasiones la gente de poca o ninguna educación, o quienes son muy jóvenes («niños», v.25), parecieran tener una comprensión muy profunda de Jesús. «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste de los sabios y entendidos» (v.25, DHH).

  • Libre albedrío

Jesús dice: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso» (v.28). La invitación de acudir a Jesús es para todos. Nadie está excluido. Todos somos invitados. Todos tenemos la posibilidad de aceptar la invitación de Jesús o rechazarla.

Me resulta difícil esclarecer esta paradoja. No obstante, la siguiente ilustración me sirve de ayuda. Imagina un salón con un acceso en forma de arco. La parte exterior del arco tiene inscritas las palabras: «Vengan a mí todos…» (v.28). Es decir, todos son invitados al salón. Cuando entras allí, del lado interno del mismo arco está escrito: «… nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo» (v.27b).

En otras palabras, el libre albedrío es una doctrina para todos. Nadie puede decir: «No seré cristiano porque no he sido escogido». La invitación es para todos. Por otro lado, la predestinación es una doctrina de afirmación y seguridad para quienes son cristianos. Una vez que aceptaste la invitación e ingresaste, puedes saber que Dios te ha escogido y por lo tanto estará siempre contigo.

Me encantan las palabras de Jesús en el versículo 28. En un mundo lleno de tensiones donde hay tantos que están «cansados y agobiados», Jesús te promete descanso. Ofrece tomar tus cargas y reemplazarlas con las suyas.

El yugo (un elemento que Jesús probablemente habría fabricado en su carpintería) era un marco de madera que unía a dos animales (por lo general bueyes) por el cuello, permitiendo que ambos tiraran juntos de un arado o un carro. La función del yugo era hacer que las cargas fueran más fáciles de llevar. Me encanta esta imagen de caminar al mismo paso con Jesús, el cual comparte nuestras cargas, haciéndonos soportar las pruebas y enfrentar las batallas de manera que resulten «suaves» y «ligeras».

Jesús no es un esclavista. Cuando sigues su plan para tu vida llevas una carga que no es áspera, dura, punzante ni opresiva, sino confortable, afable y agradable (v.30). Cuando haces lo que Jesús te pide, te da las fuerzas y la sabiduría para hacerlo y entonces llevas su carga con él. Habrá, desde luego, muchos desafíos y dificultades, pero también alivio y ligereza.

Jesús te dice: «¿Estás cansado? ¿Desgastado? ¿Quemado con la religión? Ven a mí. Ven conmigo y recuperarás tu vida. Te mostraré cómo tener un descanso verdadero. Camina y trabaja conmigo, mírame para ver cómo hacerlo. Aprende los ritmos no forzosos de la gracia. No pondré sobre ti nada pesado ni desajustado. Mantente en mi compañía y aprenderás a vivir con libertad y alivio (ver vv.28-29). Simplemente relájate y deja que Dios sea Dios.

Oración

Señor, agradezco tu promesa de dar descanso a mi alma. Gracias porque hoy puedo acudir a ti. Te entrego mis cargas.

Observa cómo Dios realiza sus propósitos

Dios realiza sus propósitos pese a nuestra debilidad, vulnerabilidad y pecado. Jacob era un engañador. Cosechamos lo que sembramos. Sembró engaño y cosechó el engaño de Labán (28:25b). Luego prosiguió el ciclo del engaño (30:37-43). Es una historia extraordinaria de engaño y también de infidelidad y deslealtad.

Pero de algún modo, en todo esto, Dios obró sus propósitos para los individuos implicados, para Israel, para el nacimiento de su Hijo Jesús y para el futuro del pueblo de Dios.

En el nacimiento de los hijos de Jacob se vio implicado gran parte del pecado y la decepción de la humanidad (29:31–30:21). Sin embargo, en todo, Dios llevaba a cabo sus propósitos para las doce tribus. La oración de Raquel halló finalmente respuesta con el nacimiento de José (30:22).

Igual que Dios tuvo el control de sus vidas, puedes confiar en que en última instancia él también tiene el control de la tuya y que «dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Romanos 8:28). Así que relájate y deja que Dios sea Dios.

Señor, gracias por utilizar incluso a gente débil, vulnerable y pecadora. Gracias por usarme. Gracias porque aunque me amas tal como soy, me amas tanto que no me dejas tal como soy. Ayúdame a no conformarme con la mediocridad.

Oración

Ayúdame a hacerme responsable de mi vida y al mismo tiempo confiar en tu soberanía.